¿Por qué el durazno es un cultivo importante para Michoacán?

¿Por qué el durazno es un cultivo importante para Michoacán?

El durazno se ha consolidado como un cultivo estratégico para Michoacán, no solo por su valor económico, sino también por su capacidad para diversificar la producción agrícola en regiones de clima templado.

En un estado tradicionalmente asociado con productos como el aguacate, las berries y el limón, el durazno representa una alternativa rentable que aprovecha zonas de altitud media con condiciones agroclimáticas favorables.

Su importancia también radica en la generación de empleo local, tanto en campo como en procesos de empaque y comercialización, fortaleciendo las cadenas de valor dentro del sector agroalimentario.

Además, la demanda constante en mercados nacionales y la posibilidad de exportación a países con alto consumo de frutas de hueso lo posicionan como un cultivo con alto potencial de crecimiento.

Michoacán ha sabido integrar este frutal en esquemas productivos que priorizan la tecnificación, el manejo postcosecha y la certificación de buenas prácticas agrícolas, lo que permite al durazno competir con calidad en mercados exigentes.

Condiciones agroclimáticas que favorecen su cultivo

El durazno requiere condiciones agroclimáticas específicas para alcanzar su máximo potencial productivo y comercial. En zonas de altitud media, entre 1,200 y 2,500 metros sobre el nivel del mar, encuentra un entorno ideal gracias a la combinación de temperaturas frescas y buena radiación solar.

Este frutal necesita una cantidad determinada de horas frío durante el invierno, generalmente entre 500 y 1,000, lo cual es esencial para una brotación uniforme y una floración abundante. Sin embargo, en Michoacán la producción se basa en lo que se conoce como producción forzada, pues mediante manejos culturales y aplicación de productos hormonales se simula el invierno para las plantas.

Las precipitaciones deben concentrarse en los meses de desarrollo vegetativo, pero sin exceder niveles que comprometan la sanidad del fruto.

Los suelos bien drenados, de textura franca o franco arenosa, con buen contenido de materia orgánica y pH ligeramente ácido, favorecen la absorción de nutrientes y el anclaje radicular.

La altitud, el clima templado y los ciclos definidos de lluvia y sequía que ofrece Michoacán en ciertas regiones, crean un entorno propicio para el cultivo de durazno, permitiendo prácticas agrícolas más sostenibles y ciclos de producción más estables.

Impacto social y económico del durazno en Michoacán

El cultivo de durazno en Michoacán genera un impacto social y económico significativo en las regiones productoras, especialmente en comunidades rurales donde representa una fuente directa de ingresos y empleo.

Su ciclo agrícola permite la integración de mano de obra local en distintas etapas: poda, raleo, cosecha, selección y empaque. Esta dinámica fortalece la economía familiar y fomenta el arraigo en zonas con pocas alternativas laborales.

A nivel económico, el durazno aporta valor agregado a través de cadenas de comercialización que incluyen mercados regionales, centrales de abasto y venta directa en fresco.

Su cultivo también ha impulsado el desarrollo de agroindustrias enfocadas en transformación de fruta, como mermeladas, néctares y conservas, ampliando las oportunidades de negocio para pequeños y medianos productores.

Además, al integrarse en programas de agricultura protegida y manejo agroecológico, el durazno se posiciona como un cultivo competitivo que contribuye a la diversificación del sector agroalimentario en Michoacán, con una creciente presencia en estrategias de desarrollo rural sustentable.

Mapa de la producción obtenida de durazno en Michoacán por municipio

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